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Cuando nos duele.

¿Por qué nos duele más un badén?

 

¿Por qué nos duele más un badén?

Esta semana volviendo del trabajo a casa me vino a la cabeza. Quizá por mi trabajo doy demasiadas vueltas a la cabeza sobre situaciones relacionadas con el riesgo vial. En especial en la circulación por entornos urbanos.

Pasando esta semana por uno de los badenes de la calle de la Begonia (Alcobendas), percibí dos situaciones:

  • Ante un badén reducimos notablemente la velocidad; casi que solemos agachar un poco la cabeza, encogiendo hombros a la espera de un golpe o raspado en los bajos del vehículo que no existe si lo pasamos con la precaución debida. En algún momento de nuestra experiencia como conductores hemos vivido la situación y la mantenemos en el recuerdo, ¿verdad?.
  • Al tratarse de una vía estrecha, con vehículos aparcados en los dos sentidos, cuando nos cruzamos con los del sentido contrario, máxime si son furgonetas o vehículo de mayor tamaño, algo hace que tengamos una sensación similar respecto del posible roce o golpeo de los espejos retrovisores.

Y es que parece que nos duelen más este tipo de situaciones que lo que puede suponer un accidente más grave, seguramente porque no lo hemos vivido con anterioridad. El hecho es evidente: los badenes nos duelen.

 

ASPAYM

No podemos tomar consciencia de la gravedad del riesgo vial si no conocemos sus consecuencias. Y digo conocer porque hay otro lado bien distinto: quienes sufren o viven personalmente los perjuicios de los siniestros. Estoy hablando de quienes ponen luz y taquígrafos: las víctimas. Hace dos semanas tuve la oportunidad de representar a mi empresa en el II Concierto Benéfico por las Víctimas de Siniestros de Tráfico, liderado por el programa de RTVE Seguridad Vital.

Puede conocer a las personas de ASPAYM (Asociación Española de personas con lesión medular y otras discapacidades físicas) y su proyecto premiadoTandem, que consiste en el acompañamiento de las propias personas que han sufrido y viven con estas lesiones a los que recientemente han tenido la lesión medular.

Me gustó mucho el concepto expresado por su presidenta, Mayte Gallego, en el que en vez de utilizar el término sufrir hablaba de vivir, dado que, precisamente con ese acompañamiento del proyecto Tandem, existe un apoyo más para la inclusión en la cotidianidad diaria, al contar con la asistencia de otros que han recorrido esos primeros tramos iniciales de la discapacidad. Se sufre la lesión pero hay que vivir con la discapacidad.

Por nuestra parte no queda otra que hacernos eco de estas iniciativas y proyectos, y como sociedad civil, dar apoyo y empujar a las administraciones públicas para que ofrezcan recursos económicos y herramientas a las víctimas.

 

Concienciar, sensibilizar…y fiscalizar

Pero no podemos quedarnos con la tarea de concienciar y sensibilizar. Mucho se está hablando también de la formación y la educación vial (la “asignatura” obligatoria). En alguna de mis charlas sobre la materia suelo utilizar la siguiente generalización conceptual, a efectos de debate; es bastante simple y en distintos ámbitos podemos encontrar acciones compartidas, pero repito, trato de generalizar para la conversación posterior.

 

 

Y creo que estamos centrando mucho la idea de la mejora en seguridad vial en casi todos los conceptos excepto en el de la fiscalización, sí, las multas; la persecución de los delitos contra la seguridad vial suelen venir de la mano de los siniestros, graves imprudencias y controles de alcohol y drogas. Pero las multas es otra cuestión.

Y este es un tema complejo y de múltiples opiniones; no pretendo convencer a nadie, simplemente aporto dos datos relevantes desde mi prisma:

  • Uno objetivo: en los últimos siete años las sanciones se circunscriben prácticamente en su totalidad a la velocidad
  • Otro subjetivo: por mi experiencia, vengo últimamente comentando que la distancia de seguridad me parece mucho más importante de lo que se comenta, siendo además mitigadora de un posible exceso de velocidad en carretera o permite una mejor reacción ante circunstancias imprevistas.

Sin embargo, las cifras de sanciones de la DGT son concluyentes. El foco fundamental es la velocidad. Dos de cada tres sanciones fuera del ámbito urbano corresponden a excesos de velocidad.

Y no niego la evidente variable de riesgo que suponte la velocidad, posiblemente la principal, pero la proporción con la distancia de seguridad (un 0,2% de las sanciones), por ejemplo, no parece lógica desde un punto de vista de medida de acción frente al factor de riesgo. Como de costumbre en este blog, para reflexionar por todos.

Volviendo al título del artículo, ¿qué es lo que de verdad nos duele?: el badén, la multa por velocidad y poco más. Lo que de verdad nos debería doler cuesta mucho en llegarnos y suele venir con el ejemplo de las víctimas, que sin embargo no se quejan del dolor, simplemente quieren soluciones y ofrecen visibilidad al problema.

 

 

 

 

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