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Seguridad vial: comenzamos 2021 como acabamos 2020…en ámbar

 

 

Cuestión de números, lo que los datos cuentan.

La DGT ya ha publicado los datos de fallecimientos de enero. Es evidente que a menor movilidad, menor riesgo, y menor riesgo predice menos consecuencias fatales. De los 82 fallecimientos de enero de 2020 contabilizamos el presente año 51 personas fallecidas, cifras relativas a vías interurbanas.

Una reducción cercana al 40%, similar a la que debemos estar teniendo en desplazamientos. Recordemos que el pasado 2020 se redujeron los desplazamientos un 25% y pese a ello la reducción de fallecimientos en vías interurbanos apenas alcanzó el 21%.

Hay algo que me sorprende. Cuando nos encontrábamos a los inicios de la pandemia, y ante las dudas sobre las cifras de fallecimientos, solía comentar que en tráfico contamos con cifras sólidas y coherentes. Pero hay algo que reconocer: así como las cifras en vías interurbanas están muy actualizadas (a día seis de febrero contábamos con los datos cerrados a día cuatro del mismo mes), las de entorno urbano tardan mucho en reflejarse.

Los agentes de autoridad que vigilan y controlan el tráfico deben acceder a una herramienta telemática, ARENA, para la mecanización de los datos. Y pese a que los agentes de la policía local de los ayuntamientos también tienen la obligación de actualizar los datos, solo se están reportando las consecuencias de vías interurbanas. Para contar con el total de datos que incluye el entorno urbano tendremos que esperar a tener el balance definitivo de la DGT, con cifras de los 30 días posteriores al accidente.

 

Menos movilidad interurbana, otro tipo de movilidad en la ciudad.

Es evidente que los desplazamientos se han reducido. En el confinamiento de los meses de marzo a mayo, cerca del 75% de la movilidad, en mayor o menor medida según ciudades y provincias. Sólo el transporte y actividades esenciales recorrían los kilómetros que venían realizando antes de la pandemia.

A partir de junio se produjo un paulatino aumento de los movimientos y, en términos de letalidad, el mes de septiembre llegó incluso a superar las cifras del septiembre de 2019.

Sin embargo, algo nos hace prever que, habiendo visualizado la menor movilidad en los desplazamientos de largo recorrido, vacacionales y de fin de semana, el ámbito urbano, además de también contar con un descenso de la movilidad, traducido en menos atascos y polución, parece haber tenido algunos componentes nuevos:

  • Mayor participación en la movilidad de la bici y los vehículos de movilidad personal (VMP)
  • Un peatón con un perfil de mayor empoderamiento en sus atribuciones urbanitas
  • Menos atascos…más velocidad
  • Conductores y usuarios de la vía con menor percepción de un riesgo, no por no existir, sino por la visibilidad que tiene la pandemia y que oscurece otras esferas.

Tendremos que esperar al cierre de cifras, que tardarán en comunicarse si seguimos la tendencia de años pasados (poco antes de mediados de año). Será el momento de análisis y diagnósticos. Entretanto vamos un poco a ciegas, porque en este ámbito, carecer de datos es caminar a oscuras.

 

Cambios normativos y cambios de paradigma.

Esperemos que el cambio normativo que confronta los riesgos de la movilidad motorizada en el entorno urbano haga que 2021 y años sucesivos conviertan la tendencia en ciudades en una tónica de mejora como la de las vías interurbanas. Y mucho más, porque perseguimos un objetivo de reducción a la mitad para 2030 (fallecimiento y heridos graves) y la esperanzadora visión cero allá por los 2050.

Y todo parece indicar que serán los nuevos paradigmas los que aporten una mayor cuota de participación en los objetivos que la actual dependencia al comportamiento de un conductor y usuario de la vía que, si no es capaz de asimilar el riesgo de una pandemia que genera en sus picos de ola más de quinientos fallecimientos diarios, difícil será que sea capaz de visualizar y valorar las cerca de cinco muertes diarias que de media venimos tiendo en España desde que en 2015 nos estancamos en la mejor cifra histórica. Cierto, 2020 aporta el mejor dato, pero no puede ser relevante a efectos de análisis real del riego, por el forzado descenso de la movilidad ya comentado.

La electrificación, la smart city, el vehículo autónomo, esperamos lleguen como panacea, al modo en como la vacuna esperamos sirva de solución al coronavirus. Mucho más rápido va a ser el remedio al virus que la solución a la seguridad vial…Una vez que nos permitan movernos con libertad, podremos comprobar si hemos aprendido algo más allá de la compleja salida a un problema con gravísima crisis económica, y social (recordemos que llevamos más de 60.000 personas fallecidas en España).

Veremos si somos capaces de valorar los riesgos que asumimos con la movilidad (el tráfico), que se lleva vidas por delante y deja numerosas familias huérfanas y traumatizadas.

 

 

 

 

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