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Riesgo vial: riesgo de empresa, riesgo de sociedad.

 

¿Cuántos cursos y formaciones se están realizando en muchas empresas en relación con la competencia, la gestión de riesgos, el cumplimiento de las normas (Compliance)…?

Seguro que para buena parte de los empleados son ya una rutina, perseguida por las agendas y recordatorios que las organizaciones envían a sus trabajadores.

Conocemos que el mayor volumen de trabajadores están en la pequeña y mediana empresa, no tan visibilizadas en lo anterior. Pero el colectivo de grandes empresas es capaz de trasladar a su entorno de forma más efectiva una determinada cultura preventiva.

Es lógico que las organizaciones pongan el foco en este tipo de acciones formativas. Los riesgos son elevados y las provisiones contables y las exigencias de auditoría no son un tema baladí. El caso es que la organización se implica y a partir de ahí existe un despliegue coordinado para cumplir con todo lo planificado.

La ciberseguridad ha entrado en los últimos dos años como actor protagonista, forzado por la necesaria conectividad derivada de la pandemia y los requisitos del teletrabajo, que han incrementado notablemente los riesgos de sufrir daños y pérdidas, además de la creciente oportunidad detectada por los ciberdelincuentes.

En definitiva, si la organización vislumbra un riesgo, se pone manos a la obra.

 

El riesgo vial no parece un riesgo de empresa

¿Sucede lo mismo con los riesgos viales? Parece que sigue siendo un actor secundario en relación con sus compañeros de reparto. El motivo es uno muy evidente desde mi entendimiento: si hablamos de seguridad vial laboral el riesgo más típico se encuentra en la ida y vuelta del trabajo. Y no parece que se considere un riesgo propio de la organización; ¿qué podemos hacer?, se suele decir.

La respuesta parece sencilla: lo mismo que se hace con otros aspectos del bienestar de los trabajadores como la oferta de actividades saludables, alimentación y contenidos aledaños a la salud. Creo que no es necesario medir el nivel de estrés, los triglicéridos, los mayores hábitos deportivos y otros indicadores. Simplemente se fomenta el bienestar.

Pues con los riesgos viales además tenemos indicadores. Los propios que proporciona la gestión de flotas y la información sobre siniestros viales, aunque sean en itinere. Riesgos que en ocasiones son generadores de consecuencias fatales. En otras ocasiones no son los empleados los perjudicados. Un gran distribuidor por ejemplo que genera unas lesiones a una persona en la actividad profesional puede coincidir fácilmente con un cliente; esto no se suele tener en consideración, se pasa por alto.

Y los riesgos viales son fácilmente evaluables, máxime cuando en la actividad profesional se utiliza el vehículo como herramienta de trabajo. Una mejora en los hábitos de conducción genera un mejor coste en los seguros, menos bajas por incapacidades temporales, obviamente los daños al propio vehículo, la inmovilización de los mismos y los burocráticos costes de gestión de este tipo de accidentes.

Por lo tanto, puede tratarse como un indicador de resultado, de negocio. Sin embargo poco o nada se hace en relación a los riesgos viales y cuando se hace puede que no de forma estratégica y conforme a un plan, el de movilidad

 

La estrategia, el plan.

Esta misma semana se ha dado a conocer por la administración la Estrategia de Seguridad Vial 2030. Sesenta y una líneas de actuación en nueve áreas estratégicas.

Hay que afrontar estas líneas de actuación, desde el prisma de la organización, publico o privada, con o sin ánimo de lucro, desde dos enfoques:

  • Cómo se opera en el ámbito directo de la actividad y negocio en el mercado
  • Cómo se actúa en relación con aspectos más genérales con la sociedad y el entorno
    Empresa Personas
    Como actividad o negocio Con los productos y servicios ofrecidos al mercado Con los trabajadores
    Como partícipe en la sociedad Con asociaciones y administraciones públicas Con clientes y proveedores

Os pongo un ejemplo de la Estrategia: la potenciación de la formación, educación y sensibilización en los riesgos viales (línea de actuación 08.2) no sólo debería corresponder a empresas que ponen vehículos a disposición de un factor productivo, también a los que conocen los riesgos asociados a sus proveedores (facilitar espacios de carga y descarga seguras) y los hábitos de movilidad de sus empleados (fomentar y premiar el uso del casco en la micromovilidad).

 

En la medida de la información que se disponga se ajustarán las acciones a llevar a cabo. El que el literal de la línea actuación hable de conductores profesionales, repartidores o quienes conducen vehículos de renting no significa que se deba acotar a estos colectivos exclusivos.

Por ahondar algo más en la importancia de la medida, en lo que al renting se refiere por ejemplo, cada vez participan más de este producto y servicio conductores que no son de empresas, sino particulares.

Conclusión

El riesgo vial es un riesgo más, y de gran impacto en la organización, trasciende en lo económico con indicadores evidentes de resultado y conecta con los compromisos de sostenibilidad para con la sociedad. Por lo tanto, tendrá que tener, como mínimo, el tratamiento que tienen otros riesgos empresariales.

Es posible que la estrategia propuesta por la DGT genere un plan que persiga la mejora en los objetivos y las metas esperadas, que no dejan de ser otras que la #VisiónCero final.

Esperemos.

 

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