#CuaresmaRvS, cuarta reflexión (1 de abril)
A medida que me acercaba a estos días, que suelo vivir con la la dualidad del viaje interior que me ofrece la preparación y la vivencia religiosa, con el ámbito de relación social que se da cita en reuniones con cofrades, amigos y familia, pensaba en el vaivén emocional que representa la entrada triunfal de Cristo, con la Pasión, la posterior Muerte de Jesús y el final de su Resurrección.
La vivencia de la Semana Santa tiene para un mi un paralelismo con mi mensaje en prevención. Sabemos que generamos con la movilidad mucho sufrimiento, con conductas que son muy dañinas y que no se eliminan con facilidad, pero tenemos una oportunidad enorme de ser mejores, de ir ganando poco a poco y reducir las consecuencias graves, de aprender de los errores. Como en casi todo.
Debemos tomar lo que sucede a otros como algo que nos puede pasar, en las dos vertientes, la de sufrir y la de causar, pero, sobre todo, debemos dar valor y visibilidad a lo que hacemos por mejorar, desde todos los ámbitos, ya sea de educador, como madre, los amigos “linces”, en definitiva, todo comportamiento que sepamos ha supuesto nuestra aportación a este problema, como en cualquier otra de las tragedias que tenemos: suicidios o violencia machista, por ejemplo.
Como contaba en la segunda reflexión, visualizar lo que «sí podemos hacer». Y, además, con un espíritu positivo, un mensaje de superación, intentar ser mejores, como en la oportunidad, que a mí personalmente, la Cuaresma me ofrece en otros aspectos interiores, aún a sabiendas que volveré a cometer errores y tendré caídas.
