Esta reflexión nace de una conocida frase de Mar Cogollos, presidenta de AESLEME. La escuché hace años y suelo tenerla a menudo en mente: la seguridad vial preocupa a muchos pero ocupa a pocos. Algo así venía a decir, quizá no literalmente, la incansable trabajadora en favor de la mejora de los riesgos viales.
Pues bien, en esta sección de #distinciones del blog, trato de aportar ideas y conclusiones en función del significado de las palabras, como aprendiz y debutante en el ámbito de la conexión de las distinciones en coaching con el ámbito de la seguridad vial.
Hay que acudir a la undécima acepción del diccionario de la RAE para encontrar el auténtico sentido que tiene el verbo ocuparse en nuestro mundo de la prevención en riesgos viales: “asumir la responsabilidad de un asunto, encargarse de él”. Si además remarcamos el carácter reflexivo del verbo, asumimos en primera persona dicha responsabilidad, el cometido, el encargo.
Repito, la undécima acepción del diccionario, puede que por ello nos quedé tan lejos, como sentenciaMar Cogollos.
Cuando nos preocupamos estamos en el lado de la incertidumbre, quedamos a la expectativa de algo que va a suceder y tomamos una postura pasiva. Nos preocupamos por “algo que ha ocurrido o va a ocurrir”, dice la RAE, produciéndonos además intranquilidad, temor, angustia o inquietud.
Muy parecido a lo que nos sucede con el tráfico: nos preocupan las cifras de víctimas, las imprudencias graves, los delitos y la violencia vial, pero esperamos a que ocurra. No nos revelamos, no peleamos para que no suceda, simplemente quedamos a la espera.
Al ocuparnos tomamos el toro por los cuernos, nos enfrentamos a la situación con el ánimo de evitar que se produzca lo que nos intranquiliza, atemoriza, angustia o inquieta. Este posicionamiento ocurre tanto a nivel personal como colectivo.
El yo conductor, ciudadano, persona preocupada, piensa que no está en su mano la mejora de los riesgos viales, sólo asume sus comportamientos, incluso se responsabiliza por ellos (asume su parte de culpa), pero cree que nada puede hacer en el bien superior que es la seguridad en nuestras calles y carreteras. Sin embargo puede ser un ejemplo para otros, puede empezar a tomar una posición activa, pasar a ocuparse, solo tiene que ser consciente que puede sumar y no simplemente aguardar al acontecimiento.
En el ámbito colectivo, las empresas por ejemplo, ocurre algo similar. Puede preocupar la seguridad de los trabajadores, de los clientes, del entorno, pero, ¿realmente se ocupan?, ¿se hacen responsables? Solo en el momento en que sean conscientes que participando activamente pueden evitar muertes y lesiones graves será cuando verdaderamente serán responsables. Tienen que creérselo.
La preocupación en el entorno de la seguridad vial y prevención de riesgos tiene mucho que ver con la “estética” del comportamiento, individual o colectivo. Damos la apariencia de ocuparnos pero en realidad estamos a la espera de que el riesgo suceda; como además pensamos que no podemos hacer nada para evitarlo… Obviamente queda mal explicitar dicha postura tan claramente, motivo por el que se muestra preocupación y se publican medidas y acciones rutinarias o estándares.
Si realmente nos queremos ocupar, tenemos que hacernos responsables, dueños del encargo, y por tanto, asumir las consecuencias de nuestros actos, incluso los fallidos, como puede ser un diagnóstico erróneo de la siniestralidad o la planificación de una medida preventiva. Pero habremos actuado. Hay que invertir, hacer una apuesta fuerte, no simplemente el recurrente cubrir el expediente.
El aliado de la preocupación es el azar, la incertidumbre, la mala suerte. Son muchos quienes piensan que no está de su mano mejorar la seguridad vial, dado que asumen que los accidentes suceden de forma aleatoria. Pues no, son siniestros y no accidentes, hechos donde existe un factor determinante que desencadena las fatales consecuencias, muchas un error del conductor, en ocasiones un error del que señaliza o mantiene la carretera, pocas veces en quienes diseñan, fabrican o reparan los vehículos. Muy pocos son los supuestos relacionados con casos fortuitos.
Tenemos que ocuparnos para que las situaciones de riesgo no sucedan, hacernos responsables, cada uno en su ámbito, pero conociendo que se puede ir mucho más allá de la actuación personal como conductor o usuario de la vía: exigiendo a las organizaciones un mayor interés en la prevención, a las administraciones públicas mayor inversión y tino, siendo un ejemplo no solo en ciudadanía, también en permisividad cero con las imprudencias, que se note que no gustan, que las normas están para respetarlas, aunque no respondan a tu criterio. El aliado de la ocupación es el compromiso.
En definitiva, necesitamos mucha más gente ocupada que preocupada, entendiendo que son términos, en el ámbito de la seguridad vial, incompatibles: el que se ocupa no se preocupa y viceversa. Si todos nos ocupamos no tendremos preocupación; por lo tanto estaremos más cerca de la visión cero.
Y cada uno es parte activa…¿contamos contigo?
